El presidente de EEUU, Donald Trump, ordenó cerrar temporalmente las puertas a todos los refugiados e inmigrantes de siete países musulmanes, convirtiendo la política de asilo en parte de su estrategia antiterrorista y de defensa.
Saltándose de nuevo las convenciones políticas, Trump eligió su visita al Pentágono, rodeado de la cúpula militar, para anunciar una orden ejecutiva relativa a inmigración con el objetivo de “proteger al país de la entrada de terroristas extranjeros”.
La medida, que la Casa Blanca tardó en detallar más de dos horas, ordena la suspensión de todas las acogidas de refugiados durante 120 días para examinar los mecanismos de aceptación y asegurarse de que radicales no pisan territorio estadounidense.
Además, incluiría la suspensión en la concesión de visados de varios países de mayoría musulmana hasta que se adopten procesos de “escrutinio extremo”, algo que es visto por algunas organizaciones como un paso hacia la prohibición de la migración musulmana.
La elección del escenario para una orden que afecta más al Departamento de Seguridad Nacional que al de Defensa no parece casual a la luz de la relación que estableció el mandatario entre la aceptación de refugiados de países musulmanes con la lucha contra el terrorismo yihadista.
“Nos queremos asegurar de que no admitimos al país a la misma amenaza a nuestros soldados en combaten en el extranjero. Solo queremos admitir a aquellos que apoyan nuestro país y aman profundamente a nuestro pueblo”, afirmó Trump.
La orden también cerraría las puertas del país a los refugiados de la guerra civil siria en Estados Unidos, que ha acogido a más de 15.000 en 2016, con la excepción de las “minorías religiosas”, un matiz destinado a acoger a cristianos perseguidos.
“Proclamo que las entradas de nacionales de Siria como refugiados van en detrimento de los intereses de Estados Unidos y por lo tanto suspendo tales entradas”, explica Trump en el decreto, que mantendrá esa medida hasta nuevo aviso.
El decreto ley se completa con la suspensión durante 90 días de la concesión de visados de una lista de siete países de mayoría musulmana con historial de terrorismo -Libia, Sudán, Somalia, Siria, Irak, Yemen e Irán- hasta que se establezcan nuevos mecanismos de escrutinio.
La lista de esos países, provista en un documento adicional, fue filtrada a la prensa estadounidense.
Se da la circunstancia que Estados Unidos mantiene operaciones de bombardeos o ataques aéreos con drones en la mayoría de esas naciones, con especial atención en Siria e Irak, donde ciudades enteras han sucumbido a los avances de grupos jihadistas como el Estado Islámico (EI).
En su visita al Departamento de Defensa, Trump también firmó un memorando ejecutivo con el objetivo de “reconstruir” las Fuerzas Armadas estadounidenses y aumentar sus “aviones, navíos y recursos”, algo que llega después de años de recortes durante el mandato del ex presidente Barack Obama.
Trump se reunió durante en el Pentágono con los jefes de Estado Mayor de todas las ramas de las Fuerza Armadas y el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Joseph Dunford, para solicitar opciones militares que aceleren la lucha contra el Estado Islámico.
Poco antes de dirigirse a los asistentes en el “Paseo de los Héroes”, que honra a los receptores de la Medalla de Honor, la mayor distinción militar en combate, Trump asistió a la jura oficial en el cargo del secretario de Defensa, James Mattis.
Mattis, general retirado tras más de 40 años de carrera militar, ha sido bien recibido por un Congreso donde las divisiones han dejado de ser entre demócratas y republicanos para pasar a los que no admiran o no critican a Trump frente a los que abiertamente se oponen a él.
Trump dijo que Mattis es el “hombre adecuado, en el momento adecuado” y una persona de “acción”. EFE y Aurora