Miles de personas manifestaron este sábado en varios aeropuertos de Estados Unidos contra la nueva orden ejecutiva del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que prohíbe la entrada a ciudadanos de siete países predominantemente musulmanes.
Un número desconocido de viajeros de esas naciones fueron detenidos en aeropuertos estadounidenses al aterrizar, incluyendo turistas, estudiantes extranjeros y personas que pretendían visitar a amigos y familiares.
Miles de manifestantes se reunieron fuera del aeropuerto JFK en Nueva York gritando, “¡Fuera racistas, refugiados bienvenidos!”, “¡Déjenles entrar!” y “No al muro, no al veto”.
Además, 19,000 conductores de la Alianza de Trabajadores de Taxis de Nueva York anunciaron una huelga de una hora en protesta por las nuevas órdenes de Trump.
El sábado por la noche, un tribunal federal dictaminó que el gobierno no podía detener a los que ya habían aterrizado en Estados Unidos y tenían visas vigentes.
Mientras tanto, un iraquí rogó por su vida al presidente Donald Trump. Un neoyorquino nacido en Siria, se preguntó cómo llegaría a casa después de un viaje al extranjero. Grupos de iglesias, preparados para acoger a familias de refugiados, miraron con consternación los hogares designados a las familias que quizás nunca lleguen.
“¿Qué sucederá ahora?” preguntó Mohammed al Rawi, un ciudadano estadounidense de origen iraquí en el área de Los Ángeles, luego de que su padre de 69 años, que venía a visitar a sus nietos en California, fue detenido y enviado a Irak después de 12 horas en custodia. “¿Crearán campamentos para musulmanes y agruparán en ellos?”
Grupos de defensores de los derechos de los refugiados y otros desafiaron inmediatamente las órdenes del tribunal, diciendo que los musulmanes y árabes se han convertido en chivos expiatorios sin que las órdenes hagan de Estados Unidos un país más seguro.
Una gran multitud de manifestantes se reunió frente a un tribunal estadounidense en Brooklyn, donde los abogados de la Unión Americana de Libertades Civiles intentaban lograr que un juez emitiera una orden para bloquear las detenciones.
Hameed Khalid Darweesh, un traductor y asistente del ejército estadounidense en Irak durante 10 años estaba a pocos minutos de aterrizar en el aeropuerto JFK, huyendo de amenazas de muerte. Él estaba entre al menos una decena de detenidos al aterrizar en suelo americano.
Después de que los abogados de las organizaciones de derechos de los refugiados presentaron peticiones de emergencia a la corte federal, Darweesh fue liberado aplaudiendo a los manifestantes que se mostraban firmes.
Otros tuvieron menos suerte. Parisa Fasihianifard, de 24 años, llegó a Estados Unidos después de un largo viaje desde Teherán, Irán, para ser detenida y se le indicó que tenía que volver a casa.
Su esposo, Mohamad Zandian, de 26 años, un iraní estudiante de doctorado en la Universidad Estatal de Ohio espera sacarla del país en un vuelo nocturno para evitar que la encarcelen hasta el lunes.
El personal de las agencias estadounidenses que acogen a los refugiados se esfuerza por analizar la orden y llamar a los miles de refugiados a pocos días de viajar a Estados Unidos. Varios miembros del personal que hablaron con la prensa estallaron en lágrimas al contemplar el futuro de las personas que habían esperado años para entrar al país.
“Es un caos total”, dijo Melanie Nezer, directora de políticas de HIAS, una de las nueve agencias de reasentamiento de refugiados que trabajan con el Departamento de Estado norteamericano.
El Proyecto Internacional de Asistencia a los Refugiados, que ayuda a los ciudadanos extranjeros y a otros refugiados, envió el mismo mensaje a los solicitantes de asilo, la mayoría de los cuales habían estado esperando durante años.
Antes de que Trump firmara la orden, el gobierno federal había aprobado el ingreso a EE.UU. de más de 67,000 refugiados, según Jen Smyers, directora de políticas de refugiados del Servicio Mundial de Iglesias. Ya se habían reservado más de 6,400 vuelos, entre ellos 15 familias de Etiopía, Eritrea, Irán, Siria y Uganda que se esperaban en las próximas semanas en el área de Chicago.
La mayor parte de los refugiados que ingresan a Estados Unidos son acogidos por grupos religiosos que se organizan en iglesias, sinagogas y mezquitas para recoger muebles, ropa y juguetes en beneficio de los refugiados y establecer horarios de voluntarios para facilitar su absorbción. Todo ese trabajo se detuvo cuando Trump firmó la orden.
En Massachusetts, el Jewish Family Service de MetroWest había coordinado un grupo de médicos, líderes comunitarios, una mezquita local y otros voluntarios para acoger a 15 familias sirias, incluyendo a un niño de 1 y 5 años que llegaron el martes.
Ahora, dos apartamentos totalmente equipados siguen vacíos y no se sabe si se les permitirá la entrada a otros refugiados, dijo Marc Jacobs, director ejecutivo del grupo de servicio judío.
La orden también se aplica también a residentes legales de Estados Unidos que viajan al extranjero.
Kinan Azmeh, un clarinetista nacido en Siria que ha vivido en EE.UU. durante 16 años, abandonó su casa en Nueva York hace tres semanas para una gira de conciertos en el extranjero. Ahora, no sabe si podrá volver a casa.
“No sé qué está pasando”, dijo Azmeh a la prensa desde el Líbano. “Ese es mi hogar al igual que Damasco”, dijo en referencia a la ciudad de Nueva York. “Realmente no sé cómo reaccionar.”
Respondiendo a las críticas internacionales, Trump dijo: “No es una prohibición musulmana, está funcionando muy bien … lograremos un control extremo que deberíamos haber mantenido en este país desde hace muchos años”.
Aunque la mayoría de los medios se refieren a la prohibición de los refugiados musulmanes, la orden ejecutiva no menciona explícitamente al Islam. Sin embargo, afirma que “para proteger a los estadounidenses, la Unión Americana debe asegurarse de que los inmigrantes a este país no sean hostiles a Estados Unidos y a sus principios fundamentales.” Estados Unidos no puede ni debe admitir a quienes no apoyan la Constitución, o a aquellos que introducirían ideologías violentas a la ley americana.
“Además, Estados Unidos no debe admitir a los que participan en actos de intolerancia u odio (incluyendo homicidios de”honor”, otras formas de violencia contra las mujeres, la persecución de quienes practican religiones diferentes a las suyas) o a aquellos que oprimen a estadounidenses de cualquier raza, género u orientación sexual”.
Fuentes: Arutz Sheva, The Times of Israel