La tradición cristiana de Alemania hace hincapié en Nächstenliebe: amar a tu prójimo. Pero mientras el país celebraba una Navidad sombría después de la conmoción del ataque terrorista de la semana pasada en Berlín, algunos han reconsiderado los límites de la compasión alemana en un mundo peligroso.
La policía dice que un hombre tunecino que llegó en medio de una oleada de inmigrantes a Alemania en el 2015 manejó un camión hacia una multitud en un mercado navideño en la capital el lunes, dejando a 12 personas muertas. El presunto atacante fue abatido por la policía italiana cerca de Milán el viernes después de una cacería humana internacional.
El presidente principalmente nominal de Alemania, Joachim Gauck, dijo en un discurso de Navidad que es necesario debatir la política migratoria, tanto como “si tenemos que hacer más en el futuro para proveer seguridad a los ciudadanos”. Pero advirtió: “Uno no tiene que rechazar y expulsar a otros a fin de preservar y vivir la forma de vida propia de uno”.
El arzobispo católico de Berlín, Heiner Koch, también hizo sonar una nota de advertencia. “Tal vez nos enfocamos demasiado en la imagen radiante de la humanidad, en el bien”, dijo él en una entrevista transmitida el domingo. “Ahora en el último año, o quizás también en los últimos años, hemos visto: No, también hay maldad.”
Organizaciones religiosas católicas y protestantes han sido algunos de los actores más vocales en cuanto a aplicar una perpectiva generosa de aceptar refugiados, una visión formada por la historia propia de guerra y desplazamiento del país. El terror está provocando una reflaxión acerca de cómo deben traducirse en la política los valores de la caridad y dignidad individual humana. “Estoy un poco asustado ahora de salir a lugares públicos como este,” dijo Lars Seiber, de 39 años de edad, desafiando el frío para entrar a la Catedral de Berlín en vísperas de Navidad. “Ha cambiado un poco mi perspectiva sobre la situación de los refugiados”.
En septiembre, Angela Merkel dijo que dejar de absorber refugiados violaría “la base ética” de su Unión Demócrata Cristiana de centro-derecha, la cual ha sido tradicionalmente cercana al establishment religioso.
Alemania permite que la mayoría de la gente que ha alcanzado la frontera entre y solicite asilo. Aun si carecen de documentos, se les proporciona alimento y dinero de bolsillo y se le permite ir y venir de su refugio mientras continúa el proceso de solicitud, que dura un mes.
Merkel ha prometido acelerar las deportaciones de aquellos cuyas solicitudes de asilo son negadas y ha negociado con gobiernos en el Medio Oriente y Africa impedir que los migrantes se dirijan a Europa en primer lugar.
Pero su política de que todo reclamo de asilo debe ser procesado individualmente, y que no debe haber ningún límite al número solicitantes de asilo que absorbe Alemania, no ha cambiado.
El viernes, Merkel, quien enfrenta una batalla por la reelección el año próximo, prometió analizar que salió mal en el periodo previo al ataque y considerar cambios a su política migratoria y de seguridad. Su postura y el apoyo considerable que ha recibido de los principales líderes religiosos del país, le ha ganado críticas de sus opositores. Frauke Petry, co-director del partido de oposición y cada vez más popular Alternativa para Alemania, dijo a principios de este año que algunos líderes eclesiásticos “parecen estar hablando más para los musulmanes que para sus propios prójimos feligreses”.
En la rica ciudad portuaria de Hamburgo, la maestra de primaria Sabine Weber, de 60 años, dijo que había tenido buenas experiencias con niños refugiados en su salón de clases. Pero si bien dijo que era una cristiana religiosa, describió como hipócrita la posición de las iglesias alemanas respecto a los refugiados.
“Dios no quiere que yo sea una hipócrita”, dijo. “Dios quiere que diga la verdad. Alemania no puede absorber a 80 millones de personas”. Ralph-Günther Schein, pastor protestante de la ciudad natal de Merkel de Templin, al norte de Berlín, dijo que se sentía “arrasado por dentro” por la política de refugiados en una forma que no se había sentido hace un año.
Por un lado, la gente huyendo de la persecución tenía que ser ayudada, y toda persona debe ser tratada individualmente y con dignidad. Por el otro lado, cada vez es más difícil discutir con gente que afirmaba que la afluencia de refugiados había puesto a Alemania en mayor riesgo. “Los críticos dicen que todos estos son terroristas que están llegando, básicamente”, dice el Sr. Schein. “Ahora es más difícil discutir porque está claro que hay toda una serie de personas que están preparadas para hacer cosas malas. Es una minoría absoluta, pero afecta a los demás”.
Muchos alemanes, sin embargo, dicen que no los intimida el ataque terrorista y que su país todavía tiene una obligación de absorber refugiados. En un servicio protestante de vísperas de Navidad en el barrio liberal Prenzlauer Berg, de Berlín, niños sirios participaron en la recreación de la historia de Navidad—una niña siria desempeñó el rol de María—mientras los adultos narraban tanto en alemán como en árabe.
Frieder Schilling, un empleado de recursos humanos de 40 años de edad de Hamburgo, dijo que el país debe absorber más refugiados “porque podemos permitírnoslo fácilmente. La misma historia de Alemania requiere que hagamos esto” dijo Schilling. “Otros nos ayudaron.… No podemos olvidarlo”.
Fuente: The Wall Street Journal