El terrorismo jihadista en Egipto, que hasta ahora había tenido como principal objetivo a las fuerzas de seguridad, ha dado un giro con el ataque contra la iglesia de San Pedro de El Cairo, que causó 23 muertos y fue asumido por el grupo Estado Islámico (EI), según expertos.
“Es un punto de inflexión. El grupo terrorista que perpetró el ataque desea añadir el componente sectario y no tiene problemas a la hora de causar muchas víctimas (civiles), algo que hasta ahora habían evitado”, señaló el investigador egipcio de la Universidad de George Washington (EEUU) Mojtar Awad.
El experto en movimientos extremistas consideró que los terroristas desean “una escalada” en Egipto, porque “su estrategia ha fracasado hasta el momento a la hora de desestabilizar el país como Libia, Siria o Irak”.
“Quieren añadir el elemento sectario para incitar el conflicto civil” en el seno de la sociedad egipcia, aseguró Awad.
Asimismo, se atrevió a vaticinar más ataques terroristas sectarios y un posible aumento del acoso contra los cristianos en zonas con presencia de islamistas radicales, como en el norte de la península del Sinaí (este).
Según la investigadora del Instituto Tahrir para la Política en Oriente Medio, Allison Mc Manus, el Estado Islámico había mostrado tendencias sectarias en el Sinaí, donde mató a un sacerdote el pasado junio, pero aún no había perpetrado atentados contra la minoría copta en el resto del país.
“Hay un cambio en los objetivos del Estado Islámico en Egipto que, con el ataque en la catedral, eligió un objetivo puramente sectario en el corazón del país”, explicó la autora de informes periódicos sobre violencia y terrorismo en Egipto.
Lo más preocupante, en opinión de Mc Manus, es que la filial egipcia del Estado Islámico asume de esta forma el discurso sectario de la organización a nivel internacional, en su lucha declarada contra los “infieles”, lo cual plantea más dificultades a la hora de responder a esta amenaza.
Además, con el atentado en la iglesia ubicada en el habitualmente protegido complejo de la catedral copta de San Marcos, el Estado Islámico muestra la “debilidad del Estado egipcio” y su “fortaleza” en un momento de crisis para el grupo en otros frentes de batalla.
Aún así, la investigadora destacó que otros grandes atentados del Estado Islámico en Egipto -como la bomba que estalló en un avión de pasajeros rusos, que se precipitó con 224 personas a bordo en el Sinaí en octubre de 2015- no se inscribieron en una ola de ataques, sino que fueron aislados.
Por su parte, el jefe del programa de ‘Libertad de Religión y Creencia’ de la ONG Iniciativa Egipcia para los Derechos Personales, Ishaq Ibrahim, señaló que el ataque en el templo de San Pedro ha recordado a los coptos la violencia de los años 90, cuando grupos radicales atacaron templos y fieles, especialmente en el valle del Nilo (sur).
“Más allá de la violencia sectaria que se da entre ciudadanos cristianos y musulmanes en Egipto, el regreso de este tipo de ataques contra los templos aumenta los temores de los coptos”, agregó Ibrahim, que no descartó más ataques así en el futuro.
Esta comunidad, que supone entre un 10 y un 12 por ciento de la población egipcia, según datos no oficiales, se siente especialmente vulnerable después de que el Estado Islámico haya llegado hasta la catedral de San Marcos, sede del patriarca de la Iglesia copta, Teodoro II, y que “es la iglesia más protegida del país”, según el experto.
Asimismo, explicó que este miedo hará que la minoría cristiana aumente su apoyo al Gobierno del presidente Abdelfatah Al Sisi, “la única parte fuerte que puede protegerla frente a los jihadistas e islamistas”, a pesar de los supuestos fallos de seguridad que permitieron que un terrorista suicida se colara en la iglesia.
El mandatario negó la existencia de errores en la protección del templo, ubicado en un lateral del complejo eclesiástico de la catedral y al que se podía acceder por una puerta exterior sin necesidad de pasar por el acceso principal.
La explosión en la bancada de mujeres de la iglesia durante la misa del domingo fue causada por un terrorista que llevaba un cinturón y que fue identificado como “el mártir Abu Abdala al Masri” por el Estado Islámico y como Mahmud Shafiq, de 22 años, por el Gobierno. EFE y Aurora