El presidente electo Donald Trump dice que acabará con pandillas de El Salvador en Estados Unidos

«Están matando y violando a todo el mundo allá. Son ilegales. Y llegó su fin», aseguró el presidente estadounidense electo.

Durante su entrevista con la revista Time para su semblanza como «Persona del Año», Donald Trump explicó su punto de vista estricto sobre la inmigración no autorizada al presentar un ejemplar del periódico Newsday de Long island y señalar un llamativo encabezado: «Facción de pandilla extremadamente violenta».

El artículo se enfocaba en los asesinatos de cinco adolescentes del mismo suburbio de la ciudad de Nueva York y en la sospecha de que los homicidios fueron obra de una pandilla, la MS-13, la cual tiene raí­ces en El Salvador y ha sido vinculada al menos a 30 asesinatos en Long Island desde 2010.

«Ellos vienen de Centroamérica. Son más aguerridos que cualquier persona con la que uno se haya topado», dijo Trump a la revista. «Están matando y violando a todo el mundo allá. Son ilegales. Y llegó su fin».

Esas declaraciones fuertes fueron bien recibidas, y también crearon nuevas preocupaciones, en la comunidad suburbana azotada por la violencia de pandillas.

Apenas hace unos meses, defensores de los derechos de los inmigrantes lamentaron públicamente que una serie de desapariciones de estudiantes de secundaria hispanos en Brentwood, Nueva York, no hubiera tenido suficiente atención de las autoridades mientras estaba ocurriendo.

Ahora, a ellos les preocupa que la atención del presidente electo signifique medidas de fuerza que vayan más allá de las pandillas.

«No es algo bueno», dijo Maryann Sinclair Slutsky, directora general del grupo activista Long Island Wins. «No sé porque está eligiendo Long Island. Toda la comunidad inmigrante está aterrorizada. Todos los inmigrantes en esa comunidad se sienten incómodos. Se está practicando la etiquetación racial y aunque sean ciudadanos absolutamente honrados, se van a sentir focalizados de alguna manera».

La violencia relacionada con las pandillas en Brentwood recibió renovada atención en septiembre cuando Nisa Mickens, de 15 años, y Kayla Cuevas, de 16, que eran excelentes amigas, fueron encontradas muertas a golpes en un barrio residencial cerca de una escuela primaria.

Pocas semanas después fueron hallados los restos óseos de otros tres adolescentes de Brentwood en áreas aisladas del suburbio. Miguel Garcí­a Morán, de 15 años, desapareció en febrero. Oscar Acosta, de 19, fue reportado desaparecido en mayo. José Peña Hernández, de 18, no dejó rastro en junio.

La policía sospecha que todos los asesinatos fueron cometidos por miembros de la rama local de la pandilla MS-13, la cual ya ha dejado un reguero de cadáveres en Long Island.

Algunas de las personas acusadas en esos crímenes estaban en Estados Unidos sin autorización.

En uno de los asesinatos más atroces, ocurrido en 2010, tres adolescentes miembros de la MS-13 les dispararon a una joven de 19 años y a su hijo de 2 años en el bosque debido a lo que consideraron era una ofensa al honor de la pandilla. Dos de los asesinos eran ciudadanos salvadoreños que estaban sin permiso en Estados Unidos, lo mismo que Heriberto Martí­nez, el lí­der de MS-13 que fue declarado culpable de autorizar los asesinatos. Otro de los homicidas era ciudadano estadounidense.

En julio, cuatro miembros de la MS-13 fueron acusados de haber matado a cuatro hombres en Brentwood y la vecina Central Islip entre 2013 y 2015. Dos de ellos eran ciudadanos de El Salvador. Uno habí­a reingresado sin permiso a Estados Unidos después de que habí­a salido del país. Un segundo está en proceso de deportación.EDH

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