Se le conoce como la joya de la corona de la red de ferrocarriles de Irak.
Es la Estación Central de Bagdad que fue diseñada por arquitectos británicos y completada a principios de los 1950.
Pero fue hasta después de una extensa renovación, tras la invasión dirigida por Estados Unidos en 2003, que la enorme estructura, con su imponente domo, logró reconquistar algo de su antiguo esplendor.
Ali al Karkhi, quien fue conductor de trenes durante casi 40 años, «Cuando muera, quiero que la gente recuerde que nunca fallé en mi trabajo en la estación».
El apogeo de los ferrocarriles estatales, cuando ofrecían viajes de lujo a Jerusalén e incluso a hasta Londres, se acabó hacer mucho tiempo.
Ahora, sus trayectos nocturnos van sólo a Basora, y enorme flota de trenes ha sido reducida a sólo seis.
Con esta reducción, unos 200 conductores se vieron forzados tomar indemnización por despido.
Por seguridad, se les pide a los pasajeros que coloquen su equipaje en fila para que los perros policías puedan detectar rastros de explosivos o armas.
Karkhi describió su amor por la estación que comenzó cuando tenía sólo cuatro años y miraba a los trenes pasar desde su casa en Bagdad.
Y el sonido del silbido del tren todavía lo hace salir a su balcón para observarlo entrar a la estación.
El padre de Karkhi era de Bagdad y su madre de origen kurdo iraní.
En 1989 fue elegido para conducir el tren que entonces pertenecía a Sadam Hussein. Pero cuando se dieron a conocer los antecedentes de su madre fue retirado rápidamente de esa asignación.
Después de la caída de Sadam Hussein en 2003, cuando la invasión dirigida por Estados Unidos avanzó por el país, el Estado iraquí se colapsó y hubo un extenso saqueo de propiedades.
«Yo estaba allí el día que comenzaron a saquear los trenes», dice Karkhi.
«Sentí que me arrancaban partes del cuerpo y se las llevaban».
«Estos vagones son un reflejo del estado de Irak hoy», dice.
Los trenes saqueados fueron abandonados en las vías construidas por los británicos, que dividen a un viejo cementerio.
«Es como si un lado ahora fuera un cementerio de personas y el otro un cementerio de trenes», dice el conductor.
«Los iraquíes ya no vemos la muerte como algo especial. Es como ver un paquete de cigarros vacío en la calle. Es algo a lo que ya estamos acostumbrados«, dice.
«Ya no le temo a la muerte».
fuente:bbcmundo