Con la atención del mundo puesta en la elección presidencial, debemos prestar atención a los problemas que seguiremos enfrentando tras la elección, sin importar quién salga electo. Aquí enlistamos algunos de estos problemas.
1. El mundo seguirá alejándose del centro y acercándose a los extremos, tanto a la derecha como a la izquierda. En muchas partes de Europa – de Polonia a Hungría a Grecia – los partidos neofascistas están fortaleciendo su influencia en sus gobiernos. En Estados Unidos, la derecha alternativa se ha visto considerablemente fortalecida por la candidatura de Trump, sin importar si Trump gana o pierde la elección.
La izquierda también está aumentando su influencia en algunas partesd de Europa y en muchos campus universitarios. El Partido Laborista británico ha sido secuestrado por extremistas radicales de izquierda. En muchas universidades, el concepto absurdo de “interseccionalidad”, que se ha convertido en una palabra clave para el antisemitismo, está dominando las discusiones y acciones de la izquierda dura.
El Centro se está debilitando. Ese será el caso incluso si Hillary Clinton – política de centro – es elegida. El empoderamiento de los extremos representa grandes peligros para el mundo. La derecha dura y la izquierda dura tienen más en común que cualquiera de los liberales centristas y conservadores. Ambos odian a Estados Unidos, desconfían del gobierno, demonizan a Israel y promueven tropos antisemitas. La elección de Clinton podría amainar este problema, pero no lo eliminará. La elección de Trump lo exacerbaría.
2. Después de las elecciones, el Presidente Obama puede tratar de atar las manos de su sucesor, independientemente de quién sea. Durante el período entre la elección y el cambio de poder, cuando los presidentes pueden actuar sin responsabilidad política, podría tomar la tonta decisión de enviar el conflicto Israel-Palestina a las Naciones Unidas.
Esto significaría el fin del proceso de paz, porque los palestinos perderían el incentivo de entrar en negociaciones directas sin condiciones previas que el gobierno israelí ofrece, y ese es el único camino realista hacia la paz. La única esperanza de detener este movimiento contraproducente sería que el Presidente electo insistiera en que sus manos no fueran atadas por el presidente saliente.
3. El problema que fue revelado por las declaraciones malintencionadas del director del FBI, Comey, durante los últimos cuatro meses, no terminará con la elección. Comey es un buen hombre, pero ha demostrado una incapacidad para controlarse a sí mismo y a sus agentes. El problema de las fugas ilegales de información del FBI se ha vuelto omnipresente. La nueva administración tiene que hacer algo al respecto.
La sustitución de Comey no será suficiente, toda la cultura del FBI debe cambiar y volver a su legítima posición como el brazo silencioso de investigación del Departamento de Justicia. De hecho, ahora se requieren cambios estructurales aún más fundamentales.
Todo el Departamento de Justicia, del que el FBI es uno de los componentes, se ha politizado demasiado. En la mayoría de las otras democracias occidentales existe una división franca entre el Ministro de Justicia, que es asesor político del presidente o primer ministro, y el Director del Ministerio Público, que es un funcionario completamente alejado de la política.
Solamente el Director del Ministerio Público decide quién investigar y quién enjuiciar. El ministro político no juega ningún papel en estas decisiones. Pero en Estados Unidos se combinan estos dos roles en el trabajo de Procurador General. Esto debe cambiar si nuestro sistema de justicia va a ser despolitizado.
4. Esta elección ha exacerbado el antiguo problema de la penalización de las diferencias políticas. Somos rápidos para confundir las diferencias en la política con cargos de comportamiento criminal. Durante estas elecciones, ambas partes acusaron a la otra de conducta criminal: Trump más que Clinton, pero incluso algunos demócratas se apresuraron a gritar, “crimen”.
Hace mucho tiempo que me he burlado de este desarrollo, ya se trate de acusaciones contra demócratas como Hillary Clinton o republicanos como el congresista Tom Delay y el gobernador Rick Perry. El derecho penal debe reservarse para delitos intencionales, deliberados y claramente definidos. Nos estamos alejando de esa comprensión y hacia una peligrosa expansión del concepto de crimen en el contexto de las diferencias políticas.
5. Por último, el proceso de sanación debe comenzar el día después de la elección. Las palabras de Lincoln deben ser nuestra guía: “Con malicia hacia nadie, con caridad para todos”. Es poco probable que los ganadores o los perdedores puedan evitar la malicia y extender la caridad después de esta polémica elección, pero es esencial que el perdedor aceptar el resultado y que el ganador sea amable. Tanto Richard Nixon como Al Gore ofrecen modelos algo diferentes de respuestas apropiadas.
Esta elección reveló que hay profundas divisiones dentro del electorado estadounidense. Algunas de estas divisiones son razonables y de hecho deseables. Éstas incluyen diferencias sobre políticas económicas, políticas exteriores y otras cuestiones políticas. Pero esta elección reveló que hay divisiones a través de líneas inadmisibles: raciales, étnicas, de género, religiosas, de clase y una disposición a recurrir a la violencia. Estas divisiones serán mucho más difíciles de curar. Pero el proceso debe comenzar el día después de la elección.
Fuente: jpost.com