Las fuerzas especiales iraquíes han entrado en los primeros barrios de la ciudad de Mosul. Capturada por el Estado Islámico en el verano de 2014, la ciudad constituye la joya de la corona de las posesiones iraquíes de los jihaditas sunitas. Se puede suponer que lucharán con determinación para mantenerla. Sin embargo, nadie puede dudar del resultado final de la batalla de Mosul. Hay alrededor de 5.000 combatientes del Estado Islámico dentro de la ciudad, frente a una fuerza combinada de alrededor de 100.000 hombres. Los atacantes tienen el control total de los cielos, y un armamento muy superior.
Sin embargo, el aspecto más intrigante de la campaña de Mosul han sido las divergentes y a menudo opuestas agendas de los diversos componentes de la fuerza atacante. Con una rapidez sorprendente, éstas han salido al primer plano.
Apenas dos semanas después del comienzo de la ofensiva, dos de sus partidarios más prominentes -el gobierno de Bagdad del primer ministro Haider al Abadi y el gobierno turco- están envueltos en una guerra de palabras.
¿Cómo ha surgido esta crisis, y cuál puede ser la dirección de los acontecimientos en la fase siguiente?
Los milicianos chiís de las Unidades de Movilización Popular (UMP) o ‘Hashd al Sha’abi’ se dirigen actualmente hacia la ciudad de Tal Afar, que tiene una población de 100.000 habitantes, y está situada a 60 kilómetros al oeste de Mosul. Su misión es capturar la ciudad y evitar que los combatientes del Estado Islámico escapen hacia el oeste, hacia la frontera siria, sobre la carretera contigua.
El UMP está formado por unas 40 milicias chiís. Lo más significativo es que están apoyadas directamente por el gobierno de Irán. Las tres milicias más importantes del UMP son la Organización Badr, el Ktaeb Hezbollah y el grupo Asaib Ahl al Haq. Los tres son pro-iraníes y receptores del entrenamiento directo y la asistencia del Cuerpo de Guardianes Revolucionarios Islámicos (CGRI) de Teherán.
Las milicias no mantienen en secreto su naturaleza y sus objetivos. Un oficial de Badr entrevistado por este reportero, en Bagdad, en el verano de 2015, declaró que su esperanza es que el UMP desempeñe un papel similar en el futuro de Irak al que juega el CGRI en Irán. Las dos figuras más poderosas del UMP, Hadi al Ameri de la Organización Badr y Abu Mahdi al Muhandis de Ktaeb Hezbollah son ambos veteranos islamistas chiís y estrechos asociados del general Qassem Suleimani, que comanda la fuerza expedicionaria Quds de la Guardia Revolucionaria.
Las milicias chiís del UMP son, por lo tanto, una producción clásica iraní: combinando papeles políticos, militares y paramilitares/intimidatorios para maximizar el poder y la influencia iraní.
También están profundamente conectados con los centros del poder en Irak. La Organización Badr en su aspecto político es un miembro del gobierno del primer ministro Haider al Abadi. La milicia también ostenta el gobierno de Diyala, una de las provincias de Irak, donde domina a las fuerzas de seguridad oficiales.
Sin embargo, en la ofensiva de Mosul, el proyecto iraní de ejercer el poder por medio de sus representantes (proxy) está chocando con un proyecto rival de naturaleza similar, promovido por el presidente de Turquía, Recep Tayep Erdogan.
Los turcos establecieron una base militar en Bashiqa, al este de Mosul, en diciembre de 2015. Allí, los oficiales turcos se dedicaron al entrenamiento de una milicia sunita. La milicia fue organizada por Osama al Nujaifi, un ex parlamentario cercano a los turcos, y por su hermano Atheel, ex gobernador de la provincia de Nínive.
Los Nujaifis han salido a favor de una provincia autónoma en Nínive una vez que el Estado Islámico haya sido derrotado. Claramente, la intención es construir una influencia turca y sunita en el norte de Irak.
Al oponerse al esfuerzo turco, Abadi ha tratado de adoptar un enfoque moderado. Su garantía de que las milicias chiís no jugarían ningún papel en la lucha contra el Estado Islámico en Mosul formó parte de eso.
Pero para las milicias y para los que las respaldan, el gambito turco debe ser resistido. Los iraníes y sus aliados ya están comprometidos contra las milicias apoyadas por los turcos en el norte de Siria. Para ellos, la batalla en Irak es parte de la misma lucha.
Por su parte, Tal Afar es de especial importancia, no sólo por su ubicación, sino también por su historia y demografía. Se trata de una ciudad erigida junto a una vieja guarnición otomana, su población mayoritariamente turcomana es un remanente de los días en que Iraq constituía una parte del imperio gobernado por Constantinopla.
La población está dividida entre turcomanos sunitas y chiís. Sus sunitas eran pro-Saddam, y suministraban al antiguo régimen numerosos efectivos. Más tarde, muchos también se unieron al Estado Islámico. Gran parte de la población chií fue expulsada de la ciudad cuando el Estado Islámico la tomó en 2014. Las milicias chiís pueden estar buscando ahora venganza.
Turquía ha desplegado tanques y artillería en el área de Silopi, cerca de la frontera con Iraq. Erdogan advirtió que las fuerzas turcas podrían intervenir si los milicianos chiís cometen abusos contra los residentes sunitas de Tal Afar.
El gobierno iraquí está tomando la amenaza en serio. Abadi dijo que si bien Irak “no quiere guerra con Turquía, y no queremos una confrontación con Turquía”, si las fuerzas de Erdogan invaden; eso conducirá al “desmantelamiento de Turquía”.
Entonces, ¿cómo se va a desarrollar este arriesgado juego político?
Las palabras de Erdogan parecen en esta etapa concebidas más para ejercer presión que para señalar una inminente intervención. Mientras las milicias eviten un baño de sangre sectario en Tal Afar; los tanques turcos permanecerán probablemente en la frontera, pero no la cruzarán.
Pero las continuas tensiones entre Ankara y Bagdad demuestran que, aunque la lucha por la ciudad de Mosul aún no ha alcanzado su clímax; los diversos actores ya compiten por la supremacía luego del desastre.
Por el momento, los iraníes tienen, en general, ventaja. Su experiencia en el uso de las fuerzas aliadas (proxy) es de más larga data que la de los turcos. Están aliados con el gobierno central de Bagdad. Estados Unidos y Occidente perciben poco peligro en sus actividades en la era post-acuerdo nuclear.
Los turcos, sin embargo, han demostrado, a principios de este año, en el norte de Siria, voluntad para emplear a sus propias fuerzas en los gambitos audaces pero riesgosos en el territorio fragmentado de sus vecinos. La rivalidad turco-iraní y sunita-chií está en el corazón de la lucha por el poder en la provincia de Nínive y más allá.
El significado de todo esto es que el norte de Irak ha dejado de funcionar como un territorio soberano. Otras fuerzas: soldados turcos, guardianes revolucionarios iraníes, guerrillas kurdas, milicianos chiís y jihadistas sunitas, están ahora envueltos en una batalla por su territorio y sus recursos.
Fuente: jpost.com