Cuatro de los once hijos de Ruti desempaquetan y preparan el decorado que este año adornará su “sucá” (cabaña, en hebreo), en la que huéspedes y familiares se cobijarán durante una semana como símbolo de humildad y convivencia.
En las terrazas, balcones, parques y calles de Israel, se levantan modestas cabañas para conmemorar la fiesta judía del “Sucot”, y en ellas los creyentes comen, beben y rezan desde el día quince del séptimo mes del calendario hebreo, que comenzó anoche, hasta el alba del lunes, 23.
Mesas, muebles, luces y guirnaldas acondicionan el interior de la cabaña, protegida con un techo de hojas de palma que permite ver las estrellas, y donde reverberaran canciones, charlas y oraciones.
También conocida como Fiesta de los Tabernáculos, la conmemoración aparece recogida en el libro del Levítico: “Viviréis en cabañas siete días… para que vuestras generaciones sepan que hice habitar a los hijos de Israel en tiendas cuando los liberé de la tierra de Egipto”.
Y marca el periplo de 40 años que, según la tradición y los textos sagrados, el pueblo judío vivió en el desierto tras salir del yugo faraónico liderado por Moisés junto a su hermano Aarón, hace más de tres milenios.
“Conmemoramos el éxodo del pueblo judío cuando salió de Egipto y recorrió el desierto, por eso nos sentamos durante siete días en sucot (plural de cabañas)”, explica a Ruti, una judía ultra ortodoxa desde el interior de su modesto habitáculo erigido con madera fina en el barrio jerosolimitano de Najlaot.
La construcción comenzó al concluir la jornada de expiación del Yom Kipur, en la noche del miércoles y en la que Yom Tov Glazer, ataviado con largos tirabuzones y sombrero negro, pasó veinticinco horas sin comer hasta sentirse completamente limpio “como un bebé”, asegura.
“Y cuando tienes un bebé lo pones en una guardería como ahora nosotros vamos a Sucot, los tabernáculos temporales en los que nos rodeamos del verdadero significado”, añade este judío ultra ortodoxo.
La cabaña se amuebla y ornamenta con adornos elaborados por miembros de la familia que guardan de un año para otro y van ampliando con nuevas creaciones con el fin de crear un ambiente hogareño en el que hombres, mujeres y niños comparten los alimentos, pero luego solo permanecen los varones para pasar la noche.
“Las mujeres estamos dedicadas al cuidado y educación de los hijos así que no tenemos tiempo para reuniones, pero almorzamos juntos y es un gran momento que compartimos; nosotras disfrutamos también del tiempo que pasamos en casa, mientras los hombres están en las sucot”, confiesa Ruti.
En los últimos días miles de observantes judíos han recorrido mercadillos como el del barrio de Najlaot, donde se puede adquirir todo lo necesario para la festividad.
Los clientes, exclusivamente varones, examinan minuciosamente antes de comprar las cuatro especies o “arbaat haminim”, en hebreo, con los que se realizan oraciones específicas de esta fiesta: una hoja de palma (lulav), cidra o fruto cítrico similar al limón (etrog), rama de mirto (hadás) y hojas de sauce (aravot).
A Naftali, de origen argentino, le acompañan sus hijos para no dejar escapar el mejor material: “El etrog tiene que ser lo más limpio posible, que no tenga agujeros; el lulav tiene que estar derecho y las hojas al final cerradas”, explica sobre lo que significa para cada judío un conjunto esencial de uso litúrgico.
“Es como nuestra ropa. Además, los cuatro haminim traen lluvias y viento y así sabemos que tendremos un buen invierno”, agrega.
Para Sinai, un joven vendedor ataviado con una kipá, “los cuatro elementos representan la unidad de los judíos” y muestra con orgullo y sumo cuidado el género que simboliza su “festividad favorita”.
Las fuerzas de seguridad israelíes mantienen cerrados los pasos fronterizos en Cisjordania (Judea y Samaria) y Gaza y sólo autorizan el acceso en casos humanitarios hasta la medianoche del lunes, cuando concluye la primera y más importante jornada de la festividad.
La Policía israelí ha preparado un amplio dispositivo durante esta semana de celebración y ha desplegado unidades en espacios públicos, centros comerciales, estaciones de autobuses y trenes con medidas especiales de seguridad en Jerusalén, especialmente en torno a la Ciudad Vieja y al Muro Occidental o “Kotel Hamarabí” (conocido en el mundo gentil como el Muro de los Lamentos) -adyacente al Monte del Templo, que es el lugar más sagrado del judaísmo-, donde acudirán miles de fieles a rezar.
Al concluir la fiesta de las cabañas tiene lugar la celebración de Simjat Torá, el 24 de este mes, la última de una serie de conmemoraciones que comenzaron con el inicio del nuevo año judío 5777 el 2 de octubre. EFE y Aurora