Para muchas mujeres, elegir a su madrina de bodas puede ser una decisión un poco angustiosa.
Intentar hacer malabarismos con tus amigas y familiares para no herir a nadie,mientras te aseguras de que tienes la combinación perfecta entre apoyo, capacidad de organización y diversión, puede ser casi imposible.
Cuando estaba planeando mi boda, tardé semanas en decidir a quién se lo iba a pedir.
Una cosa que nunca se me ocurrió, sin embargo, fue alquilar a una profesional.
A pesar de que hubiera sido una posibilidad muy real.
Jen Glantz, neoyorquina de 28 años, lleva dos años trabajando como madrina de bodas profesional.
La idea para su página web, Bridesmaid for Hire («Madrina de alquiler») surgió de un comentario que le hicieron cuando trabajaba para una empresa tecnológica.
Jen volvía a casa un día en que dos amigas le habían pedido que fuera su madrina de bodas, y su compañera de piso le hizo notar que poco le faltaba para convertirse en una profesional.
«Se me encendió la bombilla», explica ella.
Colgó un anuncio en Craiglist (una página de anuncios clasificados) y la respuesta fue espectacular.
«No podía creérmelo», asegura.
En junio de 2014 lanzó su página web y empezó para ella una nueva era.
Incluida la fiesta y las fotos
El servicio funciona con un sistema de paquetes.
Comenzando con US$300, puedes tener el servicio de «Madrina virtual», que ofrece sesiones personales para «crear una lista de cosas para hacer, un itinerario y un presupuesto para tu aventura».
Algunas sesiones son telefónicas, pero Jen está siempre disponible vía texto y correo electrónico.
Hay otras opciones, disponibles tanto para madrinas que necesitan un poco de ayuda como para las novias.
Las posibilidades van en aumento hasta la experiencia de madrina «a tu lado»,que empieza en un precio de US$1.000.
Intento hacerme amiga de todas mis clientas»
Hay algunos costes adicionales para la novia, como el transporte y el precio del vestido de Jen (con el que se queda posteriormente).
Jen dice que la mayor factura que ha hecho para una boda fue de US$3.000.
Al discutir la idea con amigas y colegas, me sorprendieron y divirtieron sus respuestas a la idea de pagar por los servicios de una madrina.
Una de ellas habló sobre la experiencia de tener una madrina que fue una pesadilla y que convirtió el planeamiento de la boda, y el mismo día del matrimonio, en algo que tenía mucho más que ver con ella que con la novia, una situación que claramente nunca se hubiera producido en caso de ser una profesional.
Aunque otra mencionó que le parecía triste pensar que una mujer no tenga una amiga a la que pedírselo.
Nadie a quien recurrir
Jen dice que trabaja con todo tipo de mujeres. Algunas tienen seis madrinas o más; otras recurren a ella porque no tienen ni una amiga cercana.
«Eso pasa, las vidas se van separando y algunas mujeres se quedan sin amigas a quienes pedírselo», dice.
«Soy el sistema de apoyo emocional para las mujeres que no necesariamente tienen gente a su alrededor para ayudarlas a planear su gran día, y darles apoyo en los inevitables momentos de estrés».
Nadie que haya estado involucrado alguna vez en planear una boda pondrá en duda las presiones que suele haber.
No puedes evitar pensar cómo de apabullante puede llegar a ser el participar en varias bodas a la vez.
Jen admite que el trabajo a veces la deja exhausta.
«Puedo estar trabajando desde con cinco a 15 clientas a la vez en un determinado momento. Adoro el trabajo, pero es duro. Las bodas no son mágicas ni perfectas, son estresantes», dice.
En 2015, Jen trabajó con más de 40 clientas. Este año tiene 25 bodas reservadas, de momento. Como el negocio le va bien, a veces necesita ayuda.
De vez en cuando una novia pide tener dos o tres madrinas, o ella tiene dos bodas el mismo día.
Cuando esto pasa, Jen recurre a sus madrinas de reserva.
Y no es corta la lista de gente que quiere trabajar para ella: ha recibido más de 10.000 solicitudes de trabajo de todo el mundo.
Inventar una historia
Para algunas novias, el proceso de alquilar a Jen añade un problema: el deseo de mantenerlo en secreto.
Por la razón que sea, hay novias que no quieren que su familia o amigos, o incluso su prometido, sepan que han contratado a alguien para que las ayude.
La situación requiere que Jen y la novia se inventen una historia sobre cómo se conocieron.
«A mí me gusta que sea sencilla», explica Jen. «Pero aun así puede complicarse, si la gente empieza a hacer demasiadas preguntas»
Hasta ahora nunca le ha pasado que alguien descubra su coartada, pero una vez estuvo cerca.
«Un fin de semana trabajé en dos bodas distintas, para las que tenía preparadas dos historias distintas. Y puede ser difícil recordar los detalles«, afirma.
Su página web está llena de críticas brillantes.
Sean cuáles sean las razones por las que la contrataron, las novias con las que trabajó están claramente contentas con su trabajo.
Ella dice que lo que hace es distinto a lo que hace un planificador de bodas tradicional en un aspecto crucial.
«El planificador está para centrarse en las cosas, el lugar, la decoración, el transporte. Yo estoy ahí solo para la gente. Quiero que la gente se sienta genial y tenga un aspecto genial», concluye.
Fuente:bbcmundo