El asesinato de 11 israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972 obligó a Israel a desplegar agentes secretos en el extranjero para asesinatos selectivos de terroristas, una estrategia utilizada en la actualidad, informó la AFP.
Desde la operación “Ira de Dios” del Mossad contra los terroristas que perpetraron la Masacre de Múnich, la agencia ha eliminado de forma clandestina a enemigos de Israel en el extranjero.
El 5 de septiembre de 1972, miembros del grupo terrorista palestino Septiembre Negro irrumpieron en la Villa Olímpica, asesinaron a dos atletas del equipo nacional de Israel y tomaron a otros nueve como rehenes.
Tras un violento drama agravado por los errores de los servicios de seguridad alemanes, todos los israelíes fueron asesinados. La tragedia provocó una profunda consternación en Israel menos de tres décadas después del Holocausto.
“Fue una auténtica conmoción para la población israelí”, recuerda Ehud Barak, exprimer ministro israelí que en aquella época servía como comando al frente de una unidad militar de élite.
“La combinación de la naturaleza de los asesinatos, la impotencia de los atletas que fueron atacados y el hecho de que fuera en suelo alemán de alguna manera resuena”, dijo a la AFP.
Los asesinatos provocaron “un profundo dolor con mucha indignación” y un impulso de venganza, así como de evitar ataques similares en el futuro, dijo.
El programa clandestino fue dirigido por el entonces jefe del Mossad, Zvi Zamir, la primera ministra Golda Meir y su asesor de actividades antiterroristas Aharon Yariv, señaló el historiador Mijael Bar-Zohar.
Conscientes de que sería casi imposible atrapar a todos los miembros de Septiembre Negro, los tres optaron por la estrategia de asesinatos selectivos de los dirigentes del grupo.
En los meses siguientes, los líderes de Septiembre Negro y sus aliados de la Organización para la Liberación de Palestina fueron eliminados en circunstancias misteriosas en Roma, París y Chipre.
Entre los objetivos se encontraban tres palestinos, que fueron asesinados en Beirut en abril de 1973 por agentes disfrazados de mujeres.
Uno de ellos, maquillado y con pechos falsos era Barak, entonces comandante de la unidad Sayeret Matkal desplegada para eliminar a Mohammed Youssef al-Najjar, Kamal Adwan y Kamal Nasser.
El escuadrón viajó en un barco de la marina y luego en lanchas rápidas más pequeñas para llegar a Beirut, donde fueron recibidos por agentes del Mossad con autos alquilados que se hacían pasar por turistas.
El equipo previó que más de una docena de jóvenes paseando por una zona de lujo de Beirut podría despertar sospechas.
“Así que decidimos disfrazarnos de mujeres, dijo Barak, que ahora tiene 80 años. “Yo era el comandante de la unidad, pero en aquel momento tenía cara de niño, así que fui una de las chicas. Era morena, no rubia y estaba maquillada. Llevábamos medias militares para rellenar los pechos.
Los cuatro agentes disfrazados de mujeres llevaban pantalones anchos, ocultaban las armas en chaquetas y bolsillos, y estaban armados con granadas de mano y explosivos.
Divididos en pequeños grupos, se dirigieron a los hogares de sus objetivos. Dos israelíes murieron en un intenso intercambio de fuego, junto con varios civiles libaneses y los tres palestinos.
A las pocas horas, Barak regresó a su hogar en Israel. Su esposa le preguntó por qué tenía sombra de ojos y los labios pintados.
“No pude decirle”, comentó el exmandatario. “Encendí la radio y se habló de lo que había sucedido”.
Tres meses después de la operación en Beirut, el Mossad creyó haber localizado a Ali Hassan Salameh, el jefe de operaciones de Septiembre Negro, conocido como el “Príncipe Rojo”.
El camarero marroquí Ahmed Bouchikhi fue eliminado por equivocación.
Los agentes estaban “demasiado seguros de sí mismos”, comentó Bar-Zohar, autor de una serie de libros sobre la inteligencia israelí que incluyen la operación de Noruega.
“Llegaron a Lillehammer con información falsa… Ya estaban bastante seguros de que era una operación rutinaria e ignoraron todas las pruebas que demostraban que no era él”, explicó.
Tres agentes israelíes fueron detenidos por la policía noruega y condenados a 22 meses de prisión.
Sin embargo, el Mossad emprendió una operación de varios años para atrapar a Salameh.
Israel desplegó en Beirut a un agente de nombre clave “D”, que se hizo amigo del palestino y de su esposa, la reina de la belleza Georgina Rizk.
En un documental emitido por el Canal 13 israelí en 2019, “D” describió su vida de incógnito en Beirut, mientras frecuentaba un club deportivo con Salameh y estudiaba sus hábitos y movimientos.
“Lo consideraba al mismo tiempo un amigo y un enemigo mortal. No es fácil. Sabes, en el fondo, que debe morir”, dijo.
En enero de 1979, casi cinco años después del inicio de la operación, Salameh fue asesinado por un coche bomba en Beirut.
Ronen Bergman, autor del libro “Rise and Kill First” (“Levántate y mata primero”) sobre los asesinatos selectivos de Israel, dijo que tras la Masacre de Múnich, Israel se dio cuenta de que “no habría nadie más” para proteger sus propios intereses y ciudadanos.
“Hay una relación directa entre lo que ocurrió entonces y lo que vemos ahora”, dijo.
Hoy en día “Israel utiliza los asesinatos selectivos como una de sus principales armas en su política de defensa de los intereses de seguridad nacional”, aseguró.
Bergman mencionó la muerte del científico nuclear iraní Mohsen Fakhrizadeh, cuyo asesinato en las afueras de Teherán hace casi dos años fue atribuido a Israel.
Según el autor, si bien los asesinatos selectivos fueron “realmente eficaces” contra organizadores de atentados contra israelíes, “sigue habiendo un debate sobre la eficacia de los asesinatos de científicos nucleares que comenzaron en 2007”.
“Esos son muy difíciles de medir, pero está claro que Israel continúa con la misma política”.
Pocos esperan que la “guerra en la sombra” de Israel con Irán, y las operaciones clandestinas del Mossad, terminen pronto.
A principios de este año, el primer ministro Yair Lapid dijo que su país hará “lo que sea necesario para evitar que Irán obtenga capacidades nucleares”.